19 octubre 2011

La Moda Verde


En la fila del supermercado, el cajero le dice a una señora mayor que debería traer su propia bolsa, ya que las bolsas de plástico no son buenas para el medio ambiente.

La señora pide disculpas y explica: "Es que no había esta moda verde en mis tiempos."

El empleado le contestó: "Ese es ahora nuestro problema . Su generación no puso suficiente cuidado en conservar el medio ambiente."

Tiene razon: nuestra generación no tenía esa moda verde en esos tiempos.

En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosa y las de cerveza se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la fábrica para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que se podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban.
Pero no teníamos esta moda verde en nuestros tiempos.

Subíamos las escaleras, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio ni oficina. Íbamos andando a las tiendas en lugar de ir en coches de 300 caballos de potencia cada vez que necesitábamos recorrer 200 metros. Pero tenía razón.

No teníamos la moda verde en nuestros días.

Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no los había desechables. Secábamos la ropa en tendederos, no en secadoras que funcionan con 220 voltios. La energía solar y la eólica secaban verdaderamente nuestra ropa.

Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos.

Pero esa señora está en lo cierto: no teníamos una moda verde en nuestros días.

Entonces teníamos una televisión, o radio, en casa -no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo (¿se acuerdan?), no una pantallota del tamaño de un estadio.
En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hiciesen por nosotros.
Cuando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no cartones preformados o bolitas de plástico.
En esos tiempos no arrancábamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el cesped. Usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre cintas mecánicas que funcionan con electricidad. Pero ella está en lo cierto: no había en esos tiempos una moda verde.
Bebíamos del grifo cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas de plástico cada vez que teníamos que tomar agua.
Recargábamos las estilográficas con tinta, en lugar de comprar una nueva y cambiábamos las cuchillas de afeitar en vez de tirar a la basura toda la afeitadora sólo porque la hoja perdió su filo. Pero no teníamos una moda verde por entonces. En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o el autobus y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o andando, en lugar de usar a su mamá como taxista las 24 horas.
Teníamos un enchufe en cada habitación, no un regleta de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales desde satélites situados a miles de kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima.
Así que ¿no les parece lamentable que la actual generación se queje continuamente de lo irresponsables que éramos los viejos por no tener esta moda verde en nuestros tiempos?

07 octubre 2011

No sabes cuánto te quiero...


Hoy volví a escuchar una canción de hace mucho tiempo... y la música y la voz me resultaron incluso ridículas... pero escuché la letra... la busqué y la leí... y hoy la quiero compartir, porque ojalá yo tuviera a quien decir así "No sabes cuánto te quiero".



Está amaneciendo.
Que paz refleja tu cara
cuando duermes.

Ya es casi la hora de empezar un nuevo día
y la verdad, reconozco que no me gusta nada madrugar.
Quizás sea esa la razón por la que tengo tan mal despertar.

Te agradezco tanto que cada mañana
me regales tu primera mirada, tu sonrisa,
y que me digas:
Buenos días mi amor!

Me encanta mirarte cuando me preparas el café.
Te preocupas tanto de lo mio,
que se te olvida y no te importa
que el tuyo se esté quedando frío.

Siempre piensas antes en mi que en ti.
Siempre...

Y no sabes cuánto te quiero...

Necesito ese beso,
ese beso tuyo de ayer,
de hoy y de siempre.
Ese beso que me das cuando me marcho
y cuando regreso.
Cuando llego a casa, tarde, cansado y con problemas,
y tú me recibes con los brazos abiertos.
Me ayudas, me oyes, y sobre todo me escuchas,
y eso alivia mis penas.

Hoy desperté abrazado a ti.
Me gustó tanto mirarte.
Tenías los ojos cerrados a la luz
y la mente abierta a los sueños.
Tu cuerpo, completamente desnudo.
Mis manos parecían tener alas,
se me escapaban,
volaban hacia ti,
te deseaban,
y te acaricié de los pies a la cabeza...
una y otra vez.

No sabes cuánto te quiero...

Hay veces que no nos hacen falta
ni las palabras para entendernos,
nos basta con mirarnos.
Y si por alguna tontería discutimos,
acabamos encontrándonos
donde más cerca nos sentimos, más unidos...
nuestra cama

Si nos va bien o mal,
yo a tu lado y tu al mio,
juntos, fundidos como arena y cal,
como agua del mismo río.

Hay quién no entiende este amor,
hay quién nos da la espalda.
Qué más nos da?
Si tu y yo sabemos cuando nos conocimos
decidimos echar el ancla.

Te he sentido tantas veces
cuando a media noche te levantas.
Me miras y me mimas como si fuera un crío.
Pareces adivinar que estoy sintiendo frío
y me echas otra manta.

Me gusta cómo me tratas
y me gusta cómo me amas.
Eres el mejor regalo
que me ha dado la vida.

No sabes cuánto te quiero...

Compartes todas mis cosas
todo lo que se puede sentir cuando de verdad se ama.
En esos momentos de entrega tuya y mía,
donde solo hay un testigo que nos mira
calla y guarda nuestra intimidad...
nuestra cama.


Camilo Sexto