(Imagen tomada de la red)
|
Intentó subir, pero no pudo.
Sintiéndose todavía más avergonzada, bajó la cremallera un poco más y
volvió a intentar subir al bus, pero sin éxito.
Casi llorando de la vergüenza bajó del todo la cremallera y
de nuevo no pudo subir al autobús.
Entonces un tipo alto que estaba detrás de ella en la fila la levantó
por la cintura y la subió al autobús.
Furiosa, ella se volvió hacia el buen samaritano y le gritó,
"¿Cómo se atreve a tocarme? ¡Yo a usted no lo conozco!"
El hombre con una amplia sonrisa, dijo suavemente.
"Bueno, señora, yo normalmente no hago esas cosas,
pero después de que usted me bajó 3 veces la bragueta,
me figuré que ya éramos amigos".